Colapsos Autistas - Meltdown, Shutdown y Burnout
Hace tiempo que quería contarte qué son las crisis autistas y en qué se diferencian de un simple berrinche o rabieta. De hecho, antes de mi diagnóstico, yo mismo las llamaba así.
Al leer el título del artículo, notarás que existen al menos tres tipos de crisis autistas. Muchas veces se utilizan sus nombres como sinónimos, aunque en realidad son muy diferentes entre sí. En lo personal, las he experimentado todas en distintas ocasiones.
Cuando era niño, no entendía por qué me sucedían, cómo manejarlas ni mucho menos cómo evitarlas. Solo cuando recibí mi diagnóstico—en mi caso, Síndrome de Asperger—pude tomar conciencia de lo que realmente me ocurría e incluso entender el porqué.
Hoy, ya “grandote” y luego de un episodio muy complicado, sé más o menos reconocer cuándo estoy frente a algún tipo de colapso y cuento con algunas herramientas para enfrentarlo.
Lo primero es alejarme lo más posible del detonante. No hay por qué exponerse innecesariamente a la autodestrucción, aunque a veces es complicado, especialmente cuando hay otras personas involucradas que intentan “contenerme” a su manera.
Como el título lo indica, existen tres tipos de colapsos. Los dos primeros, Meltdown y Shutdown, pueden considerarse como las dos caras de una misma moneda.
MELTDOWN
Un meltdown es como una explosión en la que se combinan frustración y pérdida de control, generalmente debido a una saturación de estímulos. Nuestro sistema nervioso no se regula tan fácilmente como el de los demás.
Al tratarse de un episodio “hacia afuera”, es común que se presenten gritos, estereotipias, autolesión, llanto, golpes, portazos y otras reacciones intensas. Por desconocimiento, muchas personas lo confunden con un simple berrinche.
A lo largo de mi vida, estos episodios han sido los más frecuentes. Recuerdo uno en particular, provocado por la “reorganización” de mis cosas por parte de mis viejos, sin mala intención. Sin embargo, sumado a algunos problemas de trabajo, fue suficiente para detonar un meltdown.
SHUTDOWN
Un shutdown es todo lo contrario a un meltdown. En este caso, la crisis ocurre “hacia adentro”. Como su nombre lo indica, es como si nos apagáramos y, desde afuera, pareciera que no estamos presentes.
Estos episodios no son tan evidentes como un meltdown. Pueden manifestarse con mutismo, incapacidad para comunicarse, dificultad para moverse o incluso un estado de agotamiento extremo que lleva a períodos prolongados de sueño.
Cuando era niño, no recuerdo haber tenido muchos shutdowns, pero en la adultez han sido más frecuentes. Una de las cosas que más me ayuda a sobrellevarlos es alejarme a un lugar tranquilo y acostarme en el piso por algunos minutos. De esta manera, permito que mi sistema se “reinicie”.
BURNOUT
A diferencia de los meltdown y shutdown, que suelen ser episodios de corta duración, el burnout es un proceso acumulativo. Es como ir llenando un saco con cada pequeño esfuerzo, hasta que se desgarra. Lo parchamos y seguimos llenándolo, hasta que finalmente se rompe por completo.
Mientras escribía este artículo, me di cuenta de que lo que viví hace algunos años fue un burnout. Mi salud física se deterioró en muy poco tiempo y, hasta el día de hoy, no recuerdo por completo todo lo que pasó durante ese período.
En estos casos, no basta con alejarse de los detonantes. Es imprescindible acudir al médico. Recuerdo que terminé más de una vez en la urgencia del hospital por deshidratación severa.
Reflexión final
Reconocer estos colapsos es clave para manejarlos y prevenirlos. Entender la diferencia entre un meltdown, un shutdown y un burnout me ha permitido desarrollar estrategias para afrontarlos y minimizar su impacto en mi vida.
Si conoces a alguien en el espectro autista, es importante que sepas que cada persona es diferente y que lo que funciona para uno puede no funcionar para otro. Lo mejor que puedes hacer es preguntar cómo puedes ayudar y respetar sus necesidades.